"La curiosa paradoja es que cuando me acepto tal como soy, es entonces cuando puedo cambiar"
Carl Rogers
Mi nombre es Laia Oliva, ejerzo como Psicóloga – Psicoterapeuta, con n.º Col: 14057
Mi formación
Hace ya bastante tiempo, cursé la licenciatura de Psicología en la UB, entre los años 1997-2003. Posteriormente realicé el Máster en Terapia Cognitivo Social (UB), que resumidamente profundizaba en el enfoque teórico y práctico Constructivista, Humanista – Existencialista y Sistémico. Durante los años de Máster decidí marcharme a Palo Alto, California, al prestigioso Mental Research Institute (M.R.I), donde hice un curso en Terapia Breve, centrada en las soluciones. Tuve la suerte de conocer al gran Paul Watzlawick y al entrañable Richard Fisch.
En Barcelona, en pleno corazón del Ensanche, en el Instituto de Estudios de la Sexualidad y la Pareja (I.E.S.P), realicé el Postgrado en Terapia de Pareja.
Paralelamente, durante aquellos años de formación de tercer ciclo, acudà a cursos sobre diferentes temas relacionados con aspectos vitales del ser humano, formaciones sobre temas que discurrÃan sobre la vida, la muerte, la ética... ejercidos por mi maestro e inspirador, el dr. Manuel Villegas Besora, creador de la TeorÃa del Desarrollo Moral.
Finalmente decidà dejar de estudiar de forma reglada y todos estos años he ido reciclándome con respecto a mi profesión, al tiempo que he ido estudiando de forma autodidáctica, con gran interés sobre temas relacionados con la PsicologÃa CrÃtica, AntipsiquiatrÃa y la Post PsiquiatrÃa.
Como trebajo
Considero que me caracterizan algunosa spectos que para mí su básicos en las terapias que realizo. Además, salen de mí desde la más profunda autenticidad. Son la naturalidad, la proximidad, escucha activa, empatía y curas, respeto, legitimación y aceptación incondicional de la persona que confía en mí y en mi profesionalidad para venir a resolver los problemas que le generan sufrimiento psicológico.
Escucha activa
Se puede escuchar de muchas maneras, pero la escucha terapéutica implica mostrar interés genuino en el qué nos explica la persona, y este interés también se transmite a través de los gestos, un contacto visual de igual a igual y una posición corporal receptiva, abierta al diálogo. La escucha activa implica no interrumpir, no cuestionar, simplemente escuchar y mostrarse cariñoso. Se trata de una escucha reflexiva, el que implica comprender, aceptar las opiniones o creencias del otro, a pesar de no compartirlas. Ni juicios, ni críticas ni descalificaciones, ni exigencias.
Legitimación
Reconocer la autenticidad, entender como lícito el sentir, el que nos manifiesta y muestra, aquello que nos explica la persona con sufrimiento psicológico.
La naturalidad
Considero que para crear un buen vínculo terapéutico entre la persona que sufre y el profesional, es importante ser yo misma, mostrarme tal como y como soy. Desde la sencillez, la transparencia y también la espontaneitat, que como me dijo un día el profesor Dr. Manel Villegas, «el espontaneitat es el primer paso a la libertad».
La proximidad y respeto
Un trato próximo y facilitador de confianza, donde el contacto está presente si se tercia, favorecer el confort físico y emocional de la persona, amigable y apaciblemente.
Trato con consideración pleno y miramiento hacia el otro, el respeto implica un trato con aprecio.
Empatía y curas
Durante mis sesiones, donde escucho y hago un análisis del discurso que emite la persona que tengo delante, procuro ponerme a su lugar y de esta manera comprender su estado, su dolor, sus motivos y sus acciones. Etimológicamente, la palabra psicoterapia proviene del griego, donde psico (psykhe) es alma y terapia (therapeia) que es tratamiento, con el significado de atender, cuidar y alleugerar. Por lo tanto, podemos decir que la Psicoterapia es la cura de la mente o el alma a través de las palabras.
Aceptación incondicional
Aceptar sin condiciones a la persona en su totalidad. Puedo no compartir su manera de pensar o de opinar, pero lo acepto sin condición.
Mi propia vivencia con el sufrimiento psicológico
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada cuatro personas padecerá un problema de salud mental en algún momento de su vida, y la ansiedad será uno de las más comunes.
Todos somos susceptibles de sufrir de malestar psicológico o también de lo que llamamos trastornos psicológicos.
Yo misma he acudido al psicólogo durante diferentes etapas de mi vida porque también he sufrido a ese nivel. Puede ser que al lector le disguste leer esta información que doy de mí misma, pero lo expongo a propósito, porque es una forma de dar a entender y mostrar, que todos podemos pasar por episodios más o menos largos, más o menos intensos, afectados por problemas psicológicos.
Sufrir mentalmente y haberme sentado en la silla de «la persona que sufre» en vez de en la que estoy acostumbrada a estar, la de «la psicoterapeuta», me ha permitido no sólo entender, sino comprender el dolor ajeno, presentándose éste en sus variadas formas. Sé lo que es sufrir, lo he vivido en mis propias carnes. Entiendo qué se puede sentir contando experiencias privadas a un desconocido, aunque ese sea un profesional. Considero que haber pasado por este tipo de problemas y situaciones ha servido también para mejorar en mi profesión, no tanto a nivel de conocimientos (previamente adquiridos), sí en cambio a nivel humano. Un psicólogo por encima de todo, pienso que debe ser y mostrar su cara más «humana», tratar con gran respeto a la persona que sufre, empatizar y confiar en el cambio y la mejora, porque son claramente posibles. El sufrimiento y el trabajo realizado para poderlo superar, me han permitido en parte, evolucionar en mi forma de trabajar.
Conocimiento situado
Tanto por mi experiencia como psicóloga, como persona que también ha pasado por el sufrimiento psicológico, tanto también por mis principios y valores, por mi dedicación autodidacta, la escucha activa de voces en 1ª persona, la voluntad para lograr que los tratamientos psicológicos y psiquiátricos sean respetuosos y atentos con la persona que sufre, conseguir que en España se respeten los DDHH de las personas que acuden en busca de ayuda psico-médica. También por mi visión crítica y social de la psicología, por la cual considero que muchos de los males psicológicos que pasamos las personas son causa directa de una sociedad enferma, donde se vulneran los derechos fundamentales de las personas, donde parece que vivamos en una selva donde el más fuerte vive holgadamente y los otros intentamos sobrevivir. No sólo lo concibo de esta forma a nivel macro (sistema capitalista) sino también a nivel micro (entorno laboral, académico, familia...). Es por todo esto que describo, que considero que la psicoterapia es también una herramienta que tiene el deber de desindividualizar el sufrimiento psicológico con la necesidad que todos tomemos conciencia de que el individuo o la persona que sufre psicológicamente presenta el síntoma de un entorno patologizador.
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